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Cotidianamente escuchamos distintas voces que brindan sus posturas sobre cómo deben los gobiernos posicionarse respecto al área económica en la situación actual.  Independientemente de las políticas adoptadas, todos los países deben enfrentar los retos económicos presentes y futuros que son fruto de la pandemia del COVID-19. Los Bonos Pandémicos, un instrumento financiero prácticamente desconocido, podría ser una herramienta particular para abordar los desafíos de contextos como este y a continuación analizaremos qué son y cómo funcionan.

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Extraída de Pandemic Bonds: The financial Cure we need for COVID – 19? – Canadian underwriter, Marzo 2020

En momentos así, se suele poner el foco de atención en las medidas sanitarias. ¿Cómo es el contagio o transmisión del virus? ¿Hay grupos más proclives a enfermarse? ¿Por qué motivos países que aplican medidas similares tienen resultados tan disímiles? ¿Contaremos pronto con una vacuna? Estas preguntas son claramente razonables por el simple hecho de que nos enfrentamos a una enfermedad que no conocemos y buscamos desesperadamente frenar su expansión. 

Más allá de que hablemos de una crisis sanitaria, sus consecuencias trascienden dicho campo. El otro gran foco de atención en el medio de esta pandemia ha sido el área económica. La mayoría de los Estados han optado por el confinamiento de la ciudadanía en períodos más o menos similares. Claramente los efectos en la economía a nivel mundial, no se han hecho esperar. Estas medidas afectan a casi todos los sectores económicos, pero principalmente se hicieron sentir en aquellos cuyas actividades no pueden ser trasladadas a los hogares. La industria automotriz o el sector turístico son ejemplos de ello. 

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Extraída de Coronavirus: qué son los «bonos pandémicos» del Banco Mundial (y cómo los ha impactado la crisis por la epidemia) – BBC Febrero 2020

Debemos de indagar y preguntarnos entonces: ¿Existe algún instrumento capaz de prepararnos para enfrentar una pandemia?¿Uno que nos habilite a estar mejor preparados, cuando nos toque atravesar otra pandemia que pudiera sucederse en el futuro? La respuesta a estas preguntas es que si existen: son los denominados “bonos pandémicos”. Para explicarlos, debemos remontarnos al año 2014, cuando países del África Occidental, como Guinea, Liberia y Sierra Leona sufrieron la denominada “crisis del ébola”. La misma no sólo arrojó pérdidas económicas de alrededor de 2800 millones de dólares  de acuerdo a los datos del Banco Mundial, sino que demostró la incapacidad de los países para enfrentarse a situaciones de esta índole. Las razones fueron claramente la falta de infraestructura sanitaria y de los correspondientes insumos médicos, para poder dar una respuesta rápida y eficaz ante brotes como el del ébola. 

En consecuencia, el Banco Mundial – junto a la OMS y al sector privado – decidió establecer el Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia (MFEP). Fue presentado como un innovador instrumento financiero, que tendría la función de ser una especie de “seguro contra pandemias” que pudiera suceder en el futuro. El MFEP nace con la finalidad de proporcionar financiamiento, en gran cuantía y de forma inmediata a los países con menos recursos económicos. 

Para entender el mecanismo primero debemos comprender cómo funcionan algunos instrumentos financieros básicos. Por ejemplo, los bonos o títulos públicos. Supongamos que el gobierno de Irlanda necesite de financiamiento para obras de infraestructura. Este puede emitir “títulos públicos” que tienen un valor monetario específico y una fecha de “caducidad o vencimiento”. Quienes lo compren, no sólo van a recibir el dinero invertido, sino que irán recibiendo el pago de intereses o una “prima”. La emisión de dichos títulos y la capacidad de asegurar financiamiento, va a depender de diversas variables, como por ejemplo la tasa de interés a la que el mercado le preste dinero al gobierno irlandés (que depende de la confianza en el mismo, por mencionar una), el plazo que transcurra, entre otras. 

Entonces, el MFEP fue creado en el año 2016 por las organizaciones antes mencionadas, con los respaldos de los gobiernos de Alemania y Japón principalmente.  Este mecanismo “consta de un servicio de seguros que combina financiamiento de los mercados de reaseguros con fondos obtenidos por los bonos para pandemias (catástrofes) emitidos por el Banco Mundial, y de un servicio complementario de efectivo (financiado por Alemania en un primer momento con USD 50 millones)” . Técnicamente los pagos para la ayuda deben de hacerse en la etapa inicial del ciclo del brote, antes de que se convierta en una pandemia, a través de los dos instrumentos antes mencionados: el mecanismo de seguro y el mecanismo de efectivo. Debemos tener en consideración que en el caso de estos bonos sin embargo, no existe un mercado bursátil (bolsa de valores donde se compran y venden acciones) sino que para acceder a estos, quienes invierten lo hacen en base a las cotizaciones establecidas por grupos de operadores bursátiles autorizados para ello. 

En otras palabras, podríamos decir que quienes accedieron a comprar los denominados bonos pandémicos, recibirán un retorno “más que interesante” (con un valor por encima que el que se obtiene de otros bonos comunes), como resultado de su compra. Como contrapartida, si en el futuro se dieran las condiciones (en bases a métricas establecidas) para que una enfermedad sea declarada como pandémica, se dejaría de pagar el total del valor establecido y en su lugar ese dinero se debería utilizar para asistir a los países más pobres. Estas naciones son aquellas elegibles para financiamiento (créditos) por parte de la Asociación Internacional de Fomento, área del Banco Mundial encargada de prestar ayuda a los países más aquejados por la pobreza extrema.

Los bonos pandémicos no son nuevos ya que le preceden los denominados Bonos Catástrofes. El Banco Mundial es el principal proveedor en materia de seguros contra riesgos de desastres que tienen los países, razón por la cual ya contaba con estos instrumentos financieros para ocasiones como los terremotos. La innovación de los Bonos Pandémicos radica en que por primera vez, este tipo de instrumento financiero se utilizaría para erradicar a las enfermedades infecciosas que pudieran derivar en futuras pandemias. 

Sin embargo, estos mecanismos han sido muy criticados por quienes argumentan que las condiciones para que una enfermedad se considere como pandemia son excepcionales e increíblemente difíciles de alcanzar en muchos casos. En una nota para el diario británico The Guardian, Bodo Ellmers de la organización civil Global Policy Forum explicaba que el principal defecto del MFEP es que pretende prevenir una pandemia pero sólo se brinda la ayuda financiera a los países que la necesiten recién cuando ya se sucede una en específico. 

Por otro lado, un artículo del año 2017 de Clare Whenham de la London School of Economics, explicaba que de los 60 casos estudiados como posibles pandemias en el último tiempo, el mecanismo tan sólo fue activado dos veces. Mientras que los inversores privados venían cobrando US$ 114,5 millones en concepto de regalías. Por mencionar algún ejemplo, estos instrumentos no fueron activados cuando se sucedieron brotes infecciosos como la epidemia del ébola de agosto de 2018 en Uganda y la República Democrática del Congo. 

En relación a la actual crisis que nos aqueja, la del COVID-19, el MFEP propiamente hablando no había sido activado a inicios de la misma. Sin embargo la entidad de cálculo externa (AIR WORLWIDE) quien analiza si se cumple las condiciones necesarias, elevó el 17 de Abril un informe. En el mismo se decía que el 31 de marzo del 2020 se habían cumplimentado los requisitos necesarios (tamaño, propagación y aumento del brote) para activar el seguro y asistir a aquellos países afectados que pueden recibirlo. El monto total llegó al valor de los USD 195,84 millones, el cual debe ser destinado a los 64 países de más bajos ingresos a nivel mundial que son miembros de la AIF del Banco Mundial e informaron casos de COVID-19.

Ahora es claro que ningún instrumento financiero que pretenda evitar una crisis, sirve si sólo se aplica cuando ya nos encontramos en una. Y ésta es la gran paradoja de los bonos pandémicos: el problema no es la herramienta per se, sino cómo se aplica y que efectivamente cumpla con los objetivos por los que fue creada. Es imposible para aquellos Estados con menos recursos afrontar por sí mismos el desgaste económico que eventos catastróficos como estos generan. 

La actual crisis del coronavirus demuestra la necesidad de replantear el funcionamiento de estos bonos para que verdaderamente alcancen su cometido. Y si esto no es posible, tal vez encontrar otros instrumentos financieros que permitan invertir en la infraestructura y los recursos humanos necesarios para evitar las pandemias o prepararse mejor para futuras ocasiones. Pero siempre tengamos en claro una cosa: como dice el viejo refrán siempre es mejor prevenir que curar. 

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