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Mija, Co-fundador de Consciente Colectivo, participó por primera vez en la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, este año conocida como la COP 27 y reflexiona al respecto. ¿Cómo es la participación de la sociedad civil en un evento mundial de miles de personas expertas en la temática? ¿Cómo y qué se aporta desde los movimientos juveniles?

La Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas se realiza desde hace 27 años, más tiempo del lleva en este planeta quien escribe este artículo. ¿Es posible estar preparado para saber cómo transitar un evento con tanta trayectoria y en el que había más de 30.000 personas? Sí y no. Se puede estudiar sobre los temas, las terminologías y un largo etcétera, pero nadie te prepara para llegar a un país en el que de repente te alertan con frases como: “cuidado con el contenido que suban a las redes hablando sobre Egipto, es delicada la situación del país”, “bajense Signal que es la única vía segura para hablar”, “si quieren hablar de la situación de derechos humanos del país, háganlo cuando vuelvan a Argentina”.

Hablar de la crisis climática es hacerlo desde una perspectiva integral y eso sin dudas incluye una mirada de Derechos Humanos. Pero al mismo tiempo te dicen que fuera del centro de convenciones, las leyes que rigen (lógicamente) son las de Egipto y ahí aparece el miedo. ¿Por qué? Porque las leyes del país son muy propensas a evitar y detener cualquier tipo de manifestación (sin importar la temática sobre la que se trate). ¿Qué implicó eso? Que quienes participamos desde sociedad civil tuvimos que extremar los cuidados sobre lo que dijimos e hicimos durante nuestra estadía en Egipto.

Desde otra perspectiva, hay una cuestión no menor: muchas personas y organizaciones del movimiento socioambiental no creen que estos espacios sean importantes y útiles, por distintos motivos, entre ellos y quizás el principal es que desde hace 27 años se realizan estas conferencias internacionales y los avances son discutibles, de eso no hay dudas. A la par hay quienes creen que, guste o no, las COPs son la única instancia en la que todos los países se reúnen para debatir y negociar en clave climática. Este debate merece tiempo y artículos dedicados únicamente a esto porque hay mucha tela para cortar y me animo a decir que las distintas perspectivas tienen sus motivos de ser.

Otro punto tiene que ver con la comunicación y democratización de estos espacios: ¿cómo generamos que más personas entiendan qué pasa durante? ¿Cómo aspiramos a incidir sobre las negociaciones y las distintas posiciones de los países mientras seguimos siendo pocas las personas que los seguimos e intentamos entenderlos (aunque sea) a grandes rasgos? Me atrevo a decir que muchas personas que son parte del movimiento socioambiental no sabían de las implicancias, contexto y conclusiones de la COP 27, entonces, ¿qué podemos pretender de quienes no son parte del movimiento ni de organizaciones de la sociedad civil afines?

En este tema está uno de los desafíos centrales: democratizar y abrir el juego para que cada vez más personas sean parte de la incidencia y acción en temas socioambientales. Y ese fue uno de los desafíos que nos propusimos desde Consciente Colectivo: comunicar de la manera más clara y sencilla posible en pos de que miles de personas vieran a través de nuestra perspectiva, cómo transitamos nuestra primera COP, pero sobre todo, cómo se vive una instancia así y en un país en el que hay más de 60.000 personas presas políticas. A pesar de que nos llevamos sensaciones positivas e ideas de cara a próximas instancias en cuanto a la comunicación, sin dudas hay que seguir profundizando y desarrollando estrategias para que la agenda socioambiental no sea de nicho, porque sino lamentablemente seguiremos siendo pocas personas las que nos involucremos. Y no queda mucho tiempo para tomar acciones concretas y contundentes, ¿por qué? Porque el IPCC (el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático) fue enfático en marcar el año 2030 como el límite temporal para el cual tomar medidas concretas que disminuyan la temperatura media global.

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Incontables veces escuché que dijeran que “la juventud está pérdida” y sinceramente duele y enoja. Las juventudes de todo el mundo estamos haciendo, de distintas formas, con diversas estrategias y con multiplicidad de reclamos porque son millones las realidades que nos atraviesan y aún así estamos accionando, exigiendo y proponiendo. A nuestros veintipico de años estamos exigiendo lo que se tendría que haber hecho hace años y no se hizo. En plena juventud tenemos que decirles lo que ya saben a quienes gobiernan en cada país del mundo: que su omisión nos está arruinando nuestro presente, nuestro futuro y el de millones de jóvenes que habitarán este planeta y las generaciones que vendrán. Al mismo tiempo, resulta paradójico que muchas veces nos acusen de no tener las soluciones a las problemáticas que denunciamos, ¿desde cuándo esa responsabilidad nos cabe a la juventud ? ¿Y por qué deberíamos tener esas soluciones? Como si esas acusaciones fueran poco, hay quienes pretenden que con unas pocas medidas se resuelva la crisis climática y socioambiental que estamos viviendo cuando el punto central es que, una crisis sin precedentes, no se va a solucionar de un día para el otro ni habrá soluciones mágicas. 

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Abordar esta crisis como corresponde implica una transformación real y profunda de nuestro modo de habitar este Planeta Tierra. Mientras la mayoría de la población de los países de la Unión Europea y Norteamérica siga consumiendo tal como lo hace, nuestro destino como especie humana es transitar un camino en donde los desastres socioambientales, las migraciones forzadas y las pérdidas (en todo sentido) sean cada vez más frecuentes. ¿Pero piensan que nos vamos a quedar de brazos cruzados? No, bajo ningún concepto. La vamos a pelear hasta que quede claro que de esta crisis nadie se salva solo y que las acciones necesarias tienen que impulsarse HOY porque ya no hay más tiempo que perder. 

Al mismo tiempo, fue lindo ver y saber que tantas más personas, en distintos rincones del mundo están haciendo en pos de que la crisis climática sea una prioridad en cada país. Somos muchas organizaciones, colectivos y voces gritando que necesitamos acciones urgentes, y sin dudas eso motiva a seguir, a redoblar esfuerzos y confirmar que, bajo ningún concepto, está todo perdido. No permitiremos que nos digan que mejor hagamos la nuestra y no nos preocupemos, o inclusive que nos insistan en que la realidad no va a cambiar. No. No vamos a negociar nuestro presente y futuro, porque a la corta o a la larga, de eso se trata: de cómo vamos a transitar nuestro paso por este planeta. Queremos vivir dignamente, pero no desde una perspectiva individual, sino que colectiva, ratificando que los derechos se nos tienen que garantizar a todas las personas, que debemos cambiar nuestro vínculo con el ambiente, la forma de consumir y de pensarnos en sociedad.

Y sin importar la edad que tengas, si llegaste hasta acá, ¡Gracias! Te invito a que vayamos más allá, construyamos colectivamente alternativas y proyectos para seguir convenciéndonos de que no todo está perdido, que todavía hay motivos de sobra para creer que el mundo puede cambiar, y que para que eso suceda, necesitamos ser cada día más.      

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Mijael Kaufman

Mijael es abogado con orientación en Derecho Internacional Público y Derecho Ambiental (UBA). Es ayudante de cátedra en las materias "Derecho y Cambio Climático" y "Derechos Humanos y Garantías". Es cofundador de "Consciente Colectivo", una organización juvenil de militancia y activismo socioambiental que trabaja en incidencia política, comunicación y proyectos educativos sobre estás temáticas. Es columnista en FM La Tribu. Por sobre todas las cosas, es un idealista y soñador de que un mundo más justo es posible y a ello trata de dedicar su vida.

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