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La salud: entre las presiones políticas y las construcciones culturales.

Miles de definiciones han intentado explicar o describir a qué nos referimos cuando hablamos de salud, cuando defendemos la salud o buscamos preservarla. Definiciones muchas veces biológicas, provenientes de la medicina, o antropológicas, religiosas, construcciones sociales y hasta legales. La preocupación por la salud ha sido y sigue siendo valorada a lo largo de la historia, en las diferentes sociedades del mundo. Sin embargo, la búsqueda por alcanzar una “buena salud”, no ocupa el mismo lugar en todas las culturas.

En mi vida, la salud ocupa un lugar muy importante. Una vocación, aun no siendo médica, una intriga, un desafío. Un interés que se convirtió en pasión y un camino que me ha llevado a dejar mi Córdoba natal, reconstruir mi carrera en Relaciones Internacionales y resignificar mi camino profesional. La salud me ha llevado por el mundo. Hoy, me encuentra en Ginebra, Suiza, mi hogar por los últimos dos años. Estar en Ginebra me ha permitido participar y aprender de muchas circunstancias, eventos internacionales y momentos decisivos para la salud. Uno de ellos, la Asamblea Mundial de la Salud.

La Asamblea Mundial de la Salud

Desde 1948, cada mayo, la Organización Mundial de la Salud congrega a todos sus Estados Miembros, organizaciones de la sociedad civil y demás actores no estatales, a reunirse en el Palacio de las Naciones, en Ginebra. Durante poco más de una semana, el Palacio recibe a prácticamente todas las máximas autoridades de salud del mundo y a miles de personas dedicadas a la salud, para debatir políticas, iniciativas y rumbos futuros. Cada rincón de la sede de Naciones Unidas en Suiza se convierte en el escenario de debates y discusiones, que quizás terminen en polémicas o en oportunidades de mejorar el sistema global de salud o en simples intercambios de palabras. Fuera del Palacio, las voces de activistas, académicos y académicas también se hacen escuchar, buscando proponer nuevas perspectivas, que quizás no se reflejan en el espacio formal de la Asamblea.

Tuve la suerte de participar de la 70va Asamblea Mundial de la Salud, durante mayo del 2017 como parte del equipo técnico de la delegación de Costa Rica. Vivirla desde adentro durante algo más de diez días, fue como tener un mega curso intensivo, no sólo de salud global, sino de relaciones internacionales y procesos de negociación política. Me ayudó a entender la complejidad de los procesos de toma de decisiones, pero también a entender que muchas negociaciones terminan teniendo resultados inesperados.

Estos resultados muchas veces suelen reflejar la esperanza de tomar otros rumbos, de sumarse a la búsqueda de la “buena salud”. Sin embargo, para mi desilusión, también estos resultados inesperados suelen ser consecuencia de las presiones políticas, las amenazas diplomáticas y las coerciones internacionales, los pesos pesados que recaen sobre algunos países, forzados a abandonar sus convicciones.

En el 2018, me tocó vivir la Asamblea desde afuera, desde los eventos paralelos, las discusiones pre y post en los círculos académicos y los foros de la sociedad civil. Esta vez, con una mirada más actualizada, menos idealista y más realista de la Asamblea.  Coincidiendo con el cierre de mis estudios de postgrado y por conexiones con el tema que elegí, terminé entrevistando a muchas personas de Latinoamérica, representantes de la sociedad civil, de gobiernos, académicos, y diplomáticos que participaron de la Asamblea. El tema particularmente polémico en la Asamblea de este 2018, lo generó la resolución de nutrición infantil y lactancia materna. Los países latinoamericanos tuvieron un fuerte liderazgo en las negociaciones, fomentando el derecho a una alimentación saludable de niñas y niños y buscando garantizar la soberanía alimentaria. La confrontación por estos temas con Estados Unidos y varios países anglosajones fue muy dura. La estrategia de esos países, para sorpresa de muchas personas, incluyó presiones tanto sociales como económicas, que dan mucho que hablar.

Lactancia materna: surfeando entre las presiones del Capitalismo y el Patriarcado

La lactancia materna genera amplios beneficios para las y los bebés, siendo crucial en los primeros seis meses de vida. La leche materna contiene todas las defensas y vitaminas necesarias para que la persona recién nacida se desarrolle adecuadamente. Sin embargo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, sólo el 40% de niñas y niños se alimenta con leche materna en esos primeros seis meses de importancia clave. Una alimentación saludable en los primeros años de vida tiene un impacto positivo directo en el desarrollo intelectual, biológico y psicológico de un niño. Fomentando la lactancia materna se podría evitar cada año la muerte de 820.000 niños y niñas menores de 5 años.

Podríamos dedicar miles de horas y citar incontables artículos para resaltar todos los increíbles beneficios que genera la lactancia materna, desde la perspectiva que se la mire. Sin embargo, a pesar de ser un proceso completamente natural, que ha venido ocurriendo de generaciones en generaciones, garantizando la supervivencia infantil aun en los peores momentos, siguen existiendo muchos obstáculos. Estos obstáculos provienen de diferentes aristas, pero con muchas cuestiones relacionadas:

En primer lugar, la publicidad engañosa y perjudicial contra la lactancia materna. Multinacionales como Nestlé han fomentado por décadas la idea de que la leche de fórmula es la opción más nutritiva, la opción más saludable para niños y niñas. Los slogans promovidos han buscado alentar la percepción de que los beneficios de la leche materna pueden ser equiparados e incluso superados por la leche de fórmula. Las consecuencias han sido brutales, incluyendo, entre otros, la desnutrición infantil e incontables muertes de niños y niñas por leche de fórmula preparada con agua no potable. El boicot a Nestlé por su publicidad engañosa y perjudicial contra la lactancia materna, que comenzó en 1977, derivó en la creación del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna. De acuerdo con un estudio de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, se estima que en los países de bajos y medianos ingresos, la disponibilidad de la leche de fórmula resultó en aproximadamente 66,000 muertes infantiles en 1981, en el pico de la controversia de fórmula infantil de Nestlé.

En segundo lugar, la medicalización de los cuerpos. Autoras como Mary Douglas y Jennifer Harding han venido planteando cómo procesos naturales como la menopausia, la lactancia materna y la menstruación se han ido medicalizando en el siglo 20 y 21. Este fenómeno fomenta una percepción de procesos naturales como “enfermedades” o procesos que necesitan vigilancia y control médico. Esta percepción transforma el cuerpo de las mujeres en un objeto de estudio, de regulación y finalmente de subyugación. La lactancia materna pasa a ser mirada desde una óptica patriarcal, regulatoria, donde se aleja de lo natural, para convertirse en un objeto de control social. Uno de los principales obstáculos de la lactancia materna es esta asociación con la moralidad, el sentir vergüenza de amamantar en público, proveniente de una disociación con lo natural. Este obstáculo continúa siendo un gran impedimento para muchas mujeres en Latinoamérica, que siguen enfrentando el rechazo social de amamantar a sus bebés en público. Muchos países de nuestra región han incorporado en los últimos años leyes para garantizar que se brinden espacios para amamantar y que las mujeres puedan realizarlo abiertamente, sin ningún tipo de problemas.  

La lactancia materna, al centro de las polémicas en la Asamblea Mundial de la Salud

Más de 40 años han pasado desde el boicot a Nestlé y las empresas multinacionales siguen haciendo de las suyas para subestimar los beneficios de la lactancia materna, a sabiendas de las consecuencias nocivas que han generado en los niveles de mortalidad infantil a nivel global. Con el cambio de gobierno en Estados Unidos, las presiones políticas de las multinacionales se han hecho aún más presentes en los foros internacionales como la Asamblea Mundial de la Salud. Este año, una nueva resolución promovida por Ecuador y apoyada por varios países latinoamericanos, buscaba fomentar la lactancia materna como pilar de la nutrición infantil. Estados Unidos se convirtió en noticia internacional, por su visible “bullying” y amenazas a la delegación de Ecuador durante todas las negociaciones. De acuerdo con las personas que entrevisté de Latinoamérica, presentes en el recinto durante las negociaciones, las amenazas constantes de la potencia norteamericana terminaron por provocar la salida forzosa de Ecuador de la resolución y del recinto. Finalmente, la resolución logró aprobarse, pero aguando las recomendaciones y retirando la cláusula que buscaba brindar apoyo técnico a todos aquellos países que buscaran frenar la publicidad engañosa de productos orientados a la alimentación infantil. Una derrota parcial para la salud pública global que al menos fue reflejada por la prensa internacional.

Todavía quedan muchos retos por vencer. Ojalá pronto presenciemos una revalorización social y política de la lactancia materna, donde se prioricen los valores nutricionales y beneficios alimenticios por sobre las ganancias económicas y las presiones políticas, donde se abandonen las normas patriarcales y se abra camino hacia un camino de revaloración de la lactancia materna, como un proceso natural y de empoderamiento de las mujeres. 

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Mercedes Carballo

Mercedes es especialista en Relaciones Internacionales y Salud Global. Ha trabajado en la Organizacion Mundial de la Salud, el Global Fund to Fight AIDS, Tuberculosis y Malaria, la Americas Health Foundation, entre otras organizaciones en Salud Global. Actualmente vive en Ginebra, Suiza, donde se encuentra terminando su Maestria en Asuntos Internacionales y Salud Global con su tesis enfocada en Enfermedades No Transmisibles y Diplomacia de la Salud Global en América Latina.

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