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Un día antes del comienzo del Mundial de Fútbol, llega nuestro Mundial. El 13 de junio la Cámara de Diputados votará el proyecto para despenalizar y legalizar el aborto en Argentina, que una semana antes será dictaminado en la instancia de comisiones. El 10 de abril se abrió un camino para deconstruir, resignificar y reapropiarnos hasta de los días. Los martes y jueves son ahora verdes. Verdes en la calle, verdes en las carteras, verdes en las mochilas, en el transporte público, en las muñecas, los cuellos y las cabezas. Verdes en nuestras decisiones, nuestra libertad, nuestros derechos y nuestros deseos.

Ya van 12 audiencias, con alrededor de 60 oradores distribuidos en las casi 9 horas que dura cada debate. Hasta ahora, más de 600 personas expusieron tanto a favor como en contra de los proyectos en discusión. Referentes sociales, profesionales de la salud, ONG’s, militantes, funcionarios, políticos, religiosos, actores, actrices, filósofos. Como pocas veces, esta etapa del proceso parlamentario fue seguido de forma masiva por mujeres y varones en todo el país a través de la web de la Cámara de Diputados, en las afueras de la Cámara, en las redes sociales y en la sala de streaming de Diputados donde el fervor mismo del debate a veces se vivía como un auténtico partido de fútbol con banderas verdes de un lado, celestes y rojas del otro.

El conteo de la Campaña da hoy como resultado 109 diputados y diputadas a favor, 105 en contra y alrededor de 40 sin posición tomada. Economía Feminista, muestra como resultado 106 a favor y 112 en contra. Mientras el tema consolida su estatus público,  también se convierte en un tema espinoso para los representantes de cada provincia, máxime en un año pre-electoral. Pero sucede, que trascendiendo los costos políticos, en ese avance legislativo se juegan otros “costos”: las vidas de nuestras mujeres.

Once años después

En el año 2007, la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentó la primera iniciativa de ley para la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) para despenalizar y legalizar el aborto. Desde aquel año se presentaron siete proyectos de características similares. Este año, se repitió el trámite seguido en 2016: el proyecto fue girado a cuatro comisiones (Salud, Familia, Legislación General y Legislación Penal), tiene como «cabecera» a la comisión de Legislación General presidida por Daniel Lipovetzki (PRO) y está siendo tratado en plenario de comisiones.

Quedan sólo dos audiencias públicas por delante. El 31 de mayo es la última jornada de expositores planificada. El último jueves verde. O el primero de muchos reclamando que se legalice nuestro derecho. Luego, habrá plenario de las 4 comisiones en donde fueron girados los 9 proyectos. Y por último, antes de que Rusia 2018 se lleve toda la atención, se espera que se trate en el recinto: nuestra versión de ese gol de media cancha que nos da una ventaja al inicio del segundo tiempo.

Crisol de voces: los argumentos a favor y en contra

En las calles el puesto de la Campaña llena de pañuelos verdes los alrededores del Congreso, los cantos, las pintadas, los stenciles, las intervenciones callejeras, los discursos, la música, el baile. Ante un Estado que sigue oprimiendo el cuerpo de las mujeres: la felicidad como resistencia y la risa como revolución.

Dentro del recinto, cada 7 minutos se escucha un argumento distinto, una nueva óptica desde donde ver el tema. Abordajes jurídicos, sociales, culturales, filosóficos, religiosos, metafísicos, médicos, psicológicos.

Pasaron centenares de personas por los micrófonos de la sala del anexo de la Cámara de Diputados. Las “pioneras del aborto” también: las voces de Nina Brugo Marcó, Nelly Minyerski, Martha Rosemberg, Susana Chiarotti y Marta Alanis reivindicaron una lucha desde distintos espacios que ya lleva décadas. Acercándonos más a esta parte del tiempo, algunas referentes que pasaron por el estrado fueron Luciana Peker (Periodista), María Teresa Bossio (Católicas por el Derecho a Decidir), Marta Dillon (Activista y Periodista), Natalia Gherardi (ELA), Mabel Bianco (FEIM), Soledad Deza (Católicas por el Derecho a Decidir y Abogada del Caso Belén), Mariana Carbajal (Periodista), Mónica Pinto (Profesora de Derechos Humanos y Derecho Internacional Público de la UBA, Ex Decana de la Facultad de Derecho) y Dora Barrancos (CONICET) que pusieron en palabras el reclamo por el derecho al aborto legal y la peligrosidad que constituye para las mujeres su actual clandestinidad.

Trazar un mapa de los argumentos más ricos, resulta siempre una selección no exenta de subjetividades. Sin embargo, hacer una red con las palabras nos ayuda a reinventar razonamientos anquilosados que muchas veces se repiten por herencia, por influencia de medios, porque jamás lo problematizamos, porque es lo dado, porque así dicen que debe ser. Este debate sirvió para subvertir lógicas, exponer posturas novedosas, romper el pensamiento repetido, aprender y desaprender: generar ruido.

Los argumentos giraron en torno al núcleo del proyecto de Ley de la Campaña que expresa que se pasará de un sistema de causales a uno que incluya plazos. La interrupción legal del embarazo por causales ya es un derecho del que deberían gozar las mujeres desde 1921. En este sentido, el Aborto legal, seguro y gratuito tal y como lo plantea la campaña, está avalado en los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional para nuestro país. De esta manera, cuando una mujer se ve empujada a la clandestinidad, se viola su derecho humano a la salud integral (tal y como lo establece la Organización Mundial de la Salud), a su autonomía, a su libre decisión como ciudadana en un Estado laico. Se planteó también que esta ley se ve motivada por una cuestión de justicia social por afectar mayormente a las mujeres más vulnerables. “El ejercicio de la libertad no puede estar librado a la buena fortuna ni ser producto de una suma de privilegios que escapan a una enorme cantidad de mujeres, niñas y adolescentes de nuestro país. Por eso, las normas tienen la obligación de promover el acceso a los derechos con estandares de igualdad”, afirmó Natalia Gherardi de ELA.

Por otro lado, se afirmó en repetidas ocasiones algo que las estadísticas internacionales confirman: el uso del derecho penal para regular el aborto, no solamente ha sido ineficaz para disuadir a las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos, sino que además es una herramienta jurídica discriminatoria que sólo penaliza a las mujeres. Que las mujeres deban decidir entre la muerte, la clandestinidad con la posibilidad de enjuiciamiento y cárcel y una maternidad forzada, constituye una grave amenaza estatal que sólo pesa sobre el cuerpo de la mujer.

Se puso especial hincapié en los móviles que llevarán a las legisladoras y los legisladores a votar: ellos/as tienen la obligación de legislar más allá de sus creencias y elecciones personales. “La omisión en la legislación es una forma de obligar. Y esto es una omisión, porque la que elige abortar se ve obligada a hacerlo poniendo en riesgo su salud y su vida. Ustedes sigan pensando lo que quieran, pero no obliguen más a las mujeres” enunció Mabel Bianco de FEIM (Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer). En el mismo sentido, Marta Alanis de Católicas por el Derecho a DecidirPedimos a los legisladores que se despojen de creencias personales a la hora de legislar y pensar en la realidad que viven las mujeres. Esto implica la defensa de un Estado laico”. Así lo establecieron también integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en las últimas sesiones, recordando al Estado argentino que está obligado legalmente a cumplir con los estándares de los instrumentos internacionales, más allá de sus creencias personales.

Otro gran derecho violado, es el fundamental derecho al acceso a la información como lo planteó la periodista Luciana Peker:También se viola el derecho a la información de las mujeres. Porque hoy salva su vida no solo quien tiene acceso al dinero que por supuesto es una gran diferencia de clase y de regiones en la Argentina, sino también quién tiene acceso al derecho a la información. Hay que terminar además con las inequidades regionales: una mujer en Formosa tiene 8 veces más posibilidades de morir por la mortalidad materna que en Ciudad de Buenos Aires” Y cerró su alocución con un argumento irrebatible: “la clandestinidad del aborto es la primer causa de la muerte materna en Argentina: es un femicidio institucional por omisión del Estado”.

El filósofo Darío Sztajnszrajber llevó al recinto la óptica filosófica que se llevó los aplausos de la sala: “Creo que es mejor no discutir metafísica para dirimir cuestiones públicas. Dejemos las discusiones metafísicas para nuestra formación existencial, para definir con quienes queremos forjar amistades: pero para construir el orden social y convivir con la diferencia del otro, hagamos política. Hagan política, no metafísica”. Y agregó “Una mujer que no decide sobre su propio cuerpo es una ciudadana de segunda”.

Destabuizar el tabú: el derecho al orgasmo

Podemos resumir de forma general a este debate en tres grandes puntos:

1) El eje del debate no debe ser debatir cuándo es el inicio de la vida, ni metafísica, ni religiosa, ni científicamente si no el hecho de que las mujeres mueren y ponen en riesgo su salud por abortos clandestinos, sea cuando sea que inicie la vida. Se trata de legislar sobre un problema instalado que lleva a la muerte a cientos de mujeres.

2) Nadie busca llegar a un aborto: la legalización no es “darle rienda suelta” a una práctica placentera. El aborto es una contingencia a la que se llega cuando el método anticonceptivo falló, cuando una mujer fue víctima de una violación o cuando simplemente no se desea ser madre.

3) Lo que realmente se invisibiliza es que cuando una mujer tiene relaciones sexuales -a no ser que esté abiertamente buscando ser madre- busca placer sexual. Este último punto se ha invisibilizado durante siglos, ha surgido en pequeños pero contundentes destellos durante el debate, es fundante de todo el debate sobre el #Aborto, y es clave para entenderlo como un derecho en estrecha relación con otro: el derecho al goce sexual. Al criminalizar el aborto, se generan simbólicamente sentimientos culpógenos respecto del deseo y la búsqueda del placer. La culpa y la mujer, una dupla que ha ido de la mano, avalada por el sistema heteropatriarcal. La maternidad no deseada es un miedo que toda mujer carga en una relación sexual. Sobre eso, que no muchxs hablan, es necesario hablar.

Ninguna mujer va alegremente a abortar aunque lo que más quiera en ese momento sea eso. El aborto es el último recurso. Es esa práctica médica por la que no quisiéramos pasar nunca. Pero que nos puede salvar la vida cuando se pintan las dos rayitas rosas del test de embarazo. Desde que tenemos la primera menstruación vivimos temiendo un embarazo no deseado (…) Cuando disfrutamos del sexo consensuado, el temor persiste porque sabemos que el preservativo se puede salir y romper o quedar adentro. Le pasó a una amiga, a la amiga de una amiga: y un día nos pasa a nosotras. Es un miedo que un varón no puede llegar a imaginar”, afirmó Mariana Carbajal poniendo en palabras ese miedo permanente.

En la misma línea, Soledad Deza, activista de la Campaña y Abogada de Belén, expuso: “Mientras subsista la penalización del aborto por voluntad de la mujer las mujeres vamos a  continuar siendo ciudadanas de segunda porque nuestros cuerpos están sometidos al mandato de gestar, nuestra soberanía reproductiva está acotada, nuestro placer está vetado, nuestra libertad se continúa sacrificando por mandatos religiosos y morales que no son compartidos por todos”.

La actriz Muriel Santa Ana relató su aborto en una Clínica Privada de Recoleta, en Ciudad de Buenos Aires: “Yo no deseaba inscribir mi cuerpo en el orden simbólico de la maternidad, yo no deseaba ser madre por imposición. Desde que tengo la mayoria de edad, no admito que nadie se arrogue el derecho a legislar sobre mis deseos. No se trata de debatir sobre los límites sobre la vida y la muerte, porque si no tengo una pregunta para hacerles, ¿qué significa para ustedes una mujer muerta?

Quizás la ponencia más clara sobre el tema, la dio Dora Barrancos (Socióloga e Historiadora – CONICET): “Defiendo el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual separándolo absolutamente de la reproducción: es un derecho humano fundamental que tiene que ser dado a las mujeres. Deben darnos esa prerrogativa para igualar las condiciones del ejercicio de la sexualidad diferencial entre varones y mujeres. El sexo no embaraza a los hombres. Pero el embarazo cambia de cuajo la vida de cualquier mujer y la cambia desde el momento mismo del intercambio sexual, ya que basta situarse en la experiencia de toda mujer en edad de fecundar para comprender que el coito no puede liberarse de la sombra del embarazo aunque se tomen responsablemente todas las medidas. Una noción elemental de soberanía de nuestros cuerpos impone que los estados avancen en esta legalización”.

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Legalización, derechos, libertad y goce: hacia allá vamos

Sobre cada mujer siempre hay un dedo acusador levantado, juzgándola, culpándola, señalando lo que sí y lo que no. Tutelándola. Siempre hay un Estado y un status quo social determinando qué cosas puede y qué cosas no puede su cuerpo. Cómo debe y cómo no debe luchar. La maternidad debe ser siempre una elección consciente y amorosa, jamás un castigo, jamás una imposición estatal. La legalización del aborto, supone avanzar hacia una sociedad que no impone concepciones morales o religiosas a otras personas bajo amenaza de prisión, sino que garantiza las condiciones para elegir en total libertad. Por eso, la legalización del aborto debe acompañarse de la efectiva implementación de educación sexual integral, acceso a la anticoncepción, a la información y la transformación de las desigualdades estructurales que condicionan la vida de las mujeres. Si se promulga la ley de aborto legal seguro y gratuito, nadie va a obligar a que las mujeres aborten: hoy, sí, se sigue empujando a las mujeres a abortar en la clandestinidad, a exponerse al peligro de morir.

Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Y también educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar, aborto legal seguro y gratuito para decidir. Gozar es nuestro derecho. Maternar una elección. Que el Estado garantice nuestra libertad, una deuda.

Hacia allá vamos.

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Emilia Pioletti

Emilia es Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Córdoba, especializada en Comunicación Política y Opinión Pública por FLACSO Argentina. Vive en Buenos Aires y se desempeña en el Honorable Senado de la Nación. Periodista radial y gráfica en distintos medios como La Tinta (CBA) y Radio Presente (Buenos Aires). Desde 2015 desarrolla tareas como voluntaria en el área de Género de Fundeps.

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