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Desde el comienzo de la pandemia, es interesante ver cómo en los medios de comunicación se escucha hablar de “ciencia” más que antes. Se observa un constante flujo de datos, recomendaciones, documentos, investigaciones, charlas, comunicados y otras formas de divulgación relacionadas con conocimiento científico y,  especialmente, médico. Ahora bien, ¿confiamos en lo que nos cuentan en los medios ¿Confiamos en la televisión, en los diarios, en alguna publicación de Facebook o Twitter para informarnos sobre ciencia? 

Para empezar hay que comprender que no es sencillo hablar de ciencia y, en este caso, sobre ciencia médica. Muchos factores inciden en la complejidad que implica el comunicar en esta materia: la  terminología específica, las formas en que se hacen recomendaciones, se  plantean nuevas hipótesis, nuevos nichos de estudio y de investigación. En este sentido, si quien comunica no cuenta con las herramientas necesarias, es probable que comunique de una forma errónea o que se genere más confusión.

Basta con revisar los contenidos de los medios de comunicación más tradicionales para advertir lo que estamos mencionando, tal como ocurre en los diarios de nuestro país. Debemos distinguir dos “modalidades” de encarar el conocimiento científico: un primer espacio donde se habla sobre enfermedades puntuales y sus aspectos más clínicos ( cómo se producen, cómo nos afectan y nos enferman, posibles tratamientos y conductas a seguir). Esto conlleva la propia dificultad de profundizar en un tema que, si bien puede sernos familiar, no es el área de experiencia de la persona que informa. La otra modalidad a analizar, más presente que nunca en el contexto del coronavirus, es la relacionada con los procesos de investigación de la medicina como ciencia básica. Aquí podemos encuadrar todas aquellas noticias que mencionan investigaciones y ensayos clínicos, que anuncian una información nueva obtenida o producida por un grupo de investigadores/as, o personas del ámbito académico y realiza comentarios en base a dichos hallazgos. 

Las enfermedades en papel

Una noticia que llamó mucho la atención y estuvo circulando por diversos diarios, fue la de un corredor que tuvo un problema en un pulmón al salir a correr con un barbijo. En el medio “La Nación” la noticia del 17 de mayo del 2020 se titula “Coronavirus: tiene 26 años, salió a correr con barbijo y le colapsó un pulmón”. En ella, se relata un hecho sobre un joven que realizaba actividad física en la ciudad de Wuhan, donde sufrió un episodio de neumotórax y menciona “le informaron que su pulmón había colapsado a causa de un neumotórax, posiblemente producido por el uso del tapabocas”. Más allá de la falta de información para definir si el tapabocas fue o no responsable del problema, ¿qué problemas hay con esta nota? En primer lugar, la definición de “neumotórax”, si bien no es incorrecta, no especifica bien la naturaleza de dicha enfermedad y cómo se produce, pudiendo conducir a errores.

¿Qué es un neumotórax? Es una lesión que se produce en los pulmones por la presencia de aire en lo que se llama el espacio pleural pulmonar. Este espacio existe entre el pulmón y la caja torácica, y está rellena de líquido y normalmente el espacio es prácticamente inexistente, cubre el pulmón como si fuera una funda. Cuando se llena de aire, aplasta al pulmón del lado, y puede variar en su gravedad dependiendo del tamaño, pero por lo general es necesario tratarlos. En una radiografía se ven con un aumento de la “radiolucidez” (es decir, se observa una silueta negra o más oscura que ocupa el lugar donde debería encontrarse el pulmón).

La leyenda en la imagen de la radiografía, informa: “El pulmón derecho del joven colapsó y se redujo un 90 por ciento”. Al asegurar que esta radiografía pertenece al caso en cuestión, no se reconoce que en este estudio lo que vemos está de frente a nuestra mirada o rotado, es decir, el pulmón que vemos a la izquierda es el derecho del paciente y viceversa. En base a lo explicado previamente, deberíamos ver un pulmón con más aire alrededor, más negro (radiolúcido), pero sin embargo lo vemos blanco. Esto significa que en este espacio casi inexistente llamado espacio pleural hay algo, pero no es aire. Lo más probable es que lo que estemos viendo sea un derrame pleural (ya sea porque se acumula líquido o sangre), es decir, la radiografía no corresponde al caso en cuestión, sino que debe ser de otra persona.

Este hecho no es aislado, y tampoco es exclusivo de un grupo de medios en particular. En una nota hecha por Página 12 titulada “Tengo dengue y no Covid, ¿entonces ?…” observamos un hecho similar. “Se diagnostica de modo indirecto una enfermedad que tiene similar letalidad del Covid pero menos prensa. Con un agravante: en una reinfección los anticuerpos generados la primera vez ofician de anfitriones del virus y propician la forma grave: la muerte por hemorragias internas es un riesgo muy alto y cierto con una segunda picadura.” Si bien lo dicho es cierto, hay que hacer una aclaración. El riesgo de padecer dengue hemorrágico (la complicación más temida de esta enfermedad) tiene un potencial riesgo ante una reinfección de un tipo serológico distinto, es decir, una versión distinta del virus que nos infectó la primera vez.

¿Por qué es importante distinguir los serotipos? El virus del dengue que circula en nuestro país corresponde a 4 serotipos distintos (DEN1, DEN2, DEN3 y DEN4) los cuales varían según las regiones geográficas. En la región Centro y de Cuyo solamente se registra el serotipo DEN1 (excepto San Juan y San Luis), mientras que en la región del Noreste argentino se registran los serotipos DEN 1 y 3 y en el Noroeste argentino se registran todos los serotipos. Esta distribución nos permite afirmar que, en caso de nuevas reinfecciones, hay zonas donde el riesgo de desarrollar un dengue hemorrágico es bastante bajo, es el caso de la región Centro. 

Es importante llamar la atención de esto, porque si bien se informa de manera correcta un aspecto de una enfermedad, no se termina de aclarar apropiadamente la misma, generando una percepción errónea. Estos pequeños detalles pueden generar conclusiones precipitadas o erradas en cualquier persona que no es especialista en la temática. Si bien hay que remarcar que los errores no parecen ser malintencionados, alguien al leer cualquiera de estas notas puede extraer conclusiones erróneas sobre las enfermedades en sí.

¿Por qué es importante corregir esta “percepción errónea” que se menciona anteriormente? Si se explica de manera correcta y completa cómo se produce la enfermedad, quienes accedan a la nota,  terminarán comprendiendo porqué es importante cuidarse de más picaduras luego de sufrir de dengue, y especialmente en zonas donde hay más de un serotipo. Es importante generar conciencia para que las personas puedan tomar decisiones en cuanto al cuidado de su salud,  sin generar miedos que puedan llegar a ser exagerados en cierto punto.

Las investigaciones en poblaciones

Pareciera que la ciencia comenzó a hacer investigaciones luego del surgimiento del COVID-19. O no. Lo cierto es que en los medios la mención de investigaciones realizadas o en curso ha tomado una relevancia poco antes igualada. La carrera por desarrollar la vacuna para el coronavirus pone el ojo de la opinión pública en un espacio que, más allá de menciones bajo el titular de “la comunidad científica de la universidad de (…)  ha descubierto x”, no ha contado con un espacio real para la divulgación a la población en general.

Los trabajos científicos de investigación, incluyen apartados con limitaciones y aclaraciones, con la idea de evitar que se repitan conclusiones erróneas o que no puedan afirmarse por los resultados del estudio. En el bombardeo actual de estudios y protocolos científicos, es importante no olvidarse de las limitaciones que tienen las investigaciones.

Esto sirve para que la comunidad científica, a la hora de analizar un estudio, entienda cómo se alcanzó el objetivo de la investigación, y comprender también si la forma de lograr el objetivo conlleva errores metodológicos. Sin embargo, muchas veces esto no es tarea fácil, y a la misma comunidad científica se le dificulta entender las limitaciones incluidas en los trabajos. El trasladar la complejidad que supone un paper de divulgación científica a la población general, cuya mayoría no cuenta con la preparación para poder analizar y comprender dichos límites, puede traer nuevos desafíos a la hora de difundir esta información. Esto carga de aún mayor responsabilidad a quienes escriben dichas noticias.

Cuando la conclusión supera los límites del estudio

¿Dónde se ven estas limitaciones? Por ejemplo, es bastante común que diversos medios coloquen bajo un titular un poco tendencioso alguna conclusión apresurada de lo que informa una investigación científica. En una nota publicada por Infobae titulada “Por una enzima, los hombres son más propensos que las mujeres a morir por coronavirus” se informa que un estudio en cuestión, publicado en el European Heart Journal (ESC), afirma que “los hombres tienen más probabilidades de sufrir efectos graves de la enfermedad, en parte debido a sus niveles más altos de ACE2”, citando al investigador principal de dicho estudio. Luego de esto, la nota relata sobre la relación entre esta enzima y distintos fármacos, menciona unas ciertas limitaciones del estudio y desarrolla la relación entre esta enzima y el coronavirus. 

Lo sorprendente, es la poca relevancia que se le da a la parte de limitaciones (“limitations”) en el estudio. Expresamente, el estudio establece que, teniendo en cuenta que los pacientes estudiados no estaban infectados por coronavirus, no se puede establecer una relación directa entre el curso de la enfermedad COVID-19 en pacientes con bajo o alto nivel de la enzima ECA2. Es decir, no se puede afirmar que por esta enzima los hombres son más propensos que las mujeres a morir por coronavirus.

En otro caso similar, La Nación publicó una nota el 2 de junio titulada “Desigualdad: en Inglaterra, asiáticos y negros tienen el doble de chances de morir por coronavirus”. En la misma se menciona una revisión de Public Health England que “descubrió que los grupos negros y asiáticos tienen el doble de chances de morir a causa de coronavirus“. Luego de esta conclusión se relatan algunas limitaciones al no incluir la edad y enfermedades previas. A pesar de que el estudio menciona que las tasas de mortalidad son mayores en grupos étnicos asiáticos y negros cuando se los compara con grupos étnicos blancos, no debe dejar de observarse que en el capítulo de limitaciones se menciona que en el caso del análisis étnico se genera una discordancia entre las fuentes de información (siendo estas un censo realizado en 2011 y registros médicos). Esta discordancia podría haber asignado más gente en el grupo étnico “Otros” del hospital que la que realmente se registró en el censo, aumentando así la tasa de diagnósticos y mortalidad. El estudio finaliza el párrafo mencionando que se requiere realizar más investigación al respecto, y que no se pueden realizar conclusiones firmes en el análisis de dichos grupos. 

Otra limitación que vemos relacionada con los estudios, son los relacionados a los tratamientos “experimentales” o “en desarrollo”. De la mano de la necesidad de crear una vacuna, cualquier estudio que evalúe un medicamento contra el COVID tiene un impacto especialmente llamativo en los medios, apareciendo en varios de ellos por un período de tiempo. 

Uno de estos casos se produjo en Córdoba, ante el desarrollo de una terapia contra el COVID. La misma nota, publicada el 7 de mayo en La Voz del Interior bajo el título de “Entusiasmo por los resultados de un tratamiento cordobés: 5 pacientes con Covid-19 se recuperaron”. En la misma hablan sobre los mecanismos en cual el ibuprofeno actúa ante los virus, y luego comentan sobre cómo fue el manejo con los pacientes: “Y hasta ahora lo probaron en cinco pacientes con COVID-19 a través de un protocolo de uso compasivo. Primero fueron tres personas jóvenes con síntomas leves o asintomáticos. Tras cinco días de nebulización, el hisopado dio negativo y revirtieron síntomas como la pérdida del olfato, comenta Argañarás”. Este estudio se realizó a un número pequeño de pacientes (5), que realizaban a su vez tratamiento paliativo para fibrosis quística. Esto no puede significar que hay evidencia probada de que el tratamiento con ibuprofeno nebulizado sea un tratamiento específico para combatir el COVID-19.

Luego de la repercusión en los medios locales y nacionales, la Provincia de Córdoba creó la figura de “protocolo de uso compasivo ampliado” en el marco de emergencia por la pandemia, que permite administrar un tratamiento no aprobado por la ANMAT a un o una paciente, previa aprobación por un Comité Externo y cumpliendo ciertas regulaciones. Sin embargo, a pesar de la reacción hasta acelerada de la Provincia por mostrar el tratamiento como exitoso, el Consejo de Médicos se manifestó en contra del mismo debido a que no cuenta con las reglamentaciones de la ANMAT para calificar bajo el uso compasivo de medicamentos. Es decir, la Provincia creó una nueva herramienta para administrar medicación que no está comprobada su eficacia o seguridad tras festejar este logro local, poniendo en un riesgo a las personas que (enfermas) deseen formar parte del protocolo de investigación. Personas que quizás no formarían parte del mismo si supieran que el beneficio al que se someten, además de no estar comprobado, conlleva ciertos riesgos. 

Cuando los medios hacen publicidad “indirecta”

Con lo expuesto hasta aquí, podemos ver cómo los medios llegan por múltiples razones a conclusiones apresuradas o incluso erróneas. Simples menciones de avances científicos o de investigaciones en alguna temática que está en el centro de la atención pública se interpretan como soluciones ya logradas, sin comprender que forma parte de un proceso que toma esfuerzo, tiempo y que tampoco está exento de fallar.

En este caso podemos observar el impacto que generan también las empresas en las investigaciones y en sus difusiones. Por ejemplo, el diario Clarín el día 23 de mayo publicó su nota titulada “La nueva esperanzacontra el Covid-19 viene de una planta genéticamente modificada”, que comienza diciendo “British American Tobacco (BAT) anunció esta semana que iniciará la fase 1 de su vacuna contra el Covid-19 el mes próximo. Ya cuenta con la aprobación de la FDA (la agencia de medicamentos de Estados Unidos) para iniciar los ensayos en seres humanos”. Continúa con diversas respuestas de la bolsa, y cómo variaron las acciones de BAT que “confirmaron que desde fines de junio dispondrán de un millón de dosis por semana”.

Cuando se ingresa al sitio web de BAT, se puede leer en un comunicado de prensa del 1 de abril que una subsidiaria especializada en biotecnología llamada Kentucky BioProcessing (KBP) estaba desarrollando una potencial vacuna para el COVID-19, completando pruebas pre clínicas (es decir, no en seres humanos) y que se espera aprobación de la FDA para realizar pruebas clínicas iniciales en humanos. Si bien hay bastantes estudios que analizan la capacidad de realizar partículas proteicas producidas por modificación genética de las plantas de tabaco, método que se comenzó a desarrollar hace 35 años, las barreras regulatorias son las más difíciles de superar. 

Una revisión científica analizó lo relativo al desarrollo de esta tecnología. A pesar de haberse aprobado por la FDA medicamentos desarrollados de esta manera, muy pocas vacunas llegan a las pruebas en humanos, y sólo 1 vacuna fue aprobada. Dentro de las producidas mediante las plantas de tabaco (5 vacunas para tratar el virus Influenza), sólo una alcanzó la fase II de pruebas en humanos. Esta dificultad en las limitaciones también se puede ver en la página de Investigación sobre Vacunas de la FDA, que detallando múltiples líneas de investigación actuales sobre diversas vacunas, no menciona ningún proyecto asociado al coronavirus y a la industria tabacalera.

Imitación sin calidad 

Otra situación que llama la atención, la costumbre de los medios de producir noticias “espejo” o que son iguales a las realizadas por otro medio de otro país, sin comprobar muchas veces si el contenido es de calidad y realmente informativo, arrastrando errores de otros medios. A pesar de esto, hay que reconocer que muchas veces se vuelven a reproducir noticias que provienen de medios “respetados” o “de renombre”, por lo general de llegada internacional.

No hay que desconocer el hecho de que hoy en día, los medios buscan maximizar los ingresos a sus sitios web para ganar lectores. Es por esto que los títulos suelen ser sensacionalistas, o publicando rumores sin verificación. Hay que entender que este “clickbait” (ciberanzuelo) no solo daña al medio que reproduce información de esta forma, sino que también afecta negativamente al gremio periodístico en general, aumentando la desconfianza de la gente que los consume. 

Recomendaciones

¿Qué podría hacerse para la comunicación responsable? Primero, identificar potenciales ciberanzuelos y el sensacionalismo en los títulos, así como buscar que las noticias no sean demasiado técnicas. Esto solamente dificulta más la lectura y comprensión de las personas, haciendo que las conclusiones luego de leer estas notas sean confusas e incluso erradas. Algo sumamente importante es contar con periodistas especializados en ciencia y en salud, a fin de poder darle una última revisión de calidad. 

¿Y como persona que consume medios? También hay que tratar de evitar los anzuelos que, en ocasiones, suelen estar bastante explícitos en el tono del título. En caso de fallar (hay que entender que las noticias suelen ser muy interesantes y llamativas), algo útil es contrastar la información con medios más especializados en el tema. A veces, no es necesario buscar mucho para poder encontrar la noticia de origen . Es común que haya hipervínculos a la noticia original, e incluso con sitios de interés que son las bases de la misma noticia (por ej. las mismas investigaciones). Investigar en ciertos links, si bien es muy útil, puede ser difícil en caso de no contar con la formación técnica. A pesar de esto, en los estudios muchas veces existe una sección de “discusión” o “limitaciones”, que aclara sobre ciertos conflictos en los resultados del estudio, y pueden desechar bastantes dudas.

Como podemos ver, desde el rol de audiencia tenemos muchas herramientas a nuestra disposición. Leer las noticias enteras, investigar las fuentes que se mencionan, googlear la misma noticia para observar si en realidad es duplicada de otra fuente o verificar su contexto y fecha permiten transitar en este nuevo mundo que son las noticias médicas, además de lo expresado anteriormente. ¿Pero qué nunca debemos perder de vista? Las noticias responden a nuestra necesidad de informarnos, pero también se ejecutan con una intención puntual. Podemos (y debemos) volvernos más responsables con nuestra forma de consumir información para que nos ayude en nuestra vida cotidiana y que no se nos vuelva en nuestra contra.

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