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Los avances en la lucha contra las violencias de género en la última década, tanto a nivel mundial como local, han ido a una gran velocidad. En algunos casos han sido acompañados por políticas públicas, pero siempre con un fuerte ímpetu dado por la condena social a las violencias de géneros.

La violencia más invisibilizada y camuflada de todas, la de tipo simbólica, ya no es tolerada  por una sociedad que entiende que es una forma de violencia que abona el terreno para las demás.

El periodismo sexista no tiene vacaciones

El verano es la época en la que las secciones de espectáculos se vuelven el foco de atención para los medios y las audiencias, donde los cuerpos cosificados, las cirugías estéticas y el amor romántico colocan a las mujeres en el centro de las críticas y comentarios sexistas y denigrantes.

El periodismo machista no da descanso ni en vacaciones. Por ejemplo, Mónica Gutiérrez, reconocida periodista, legitimó la cultura de la violación durante la entrevista realizada a la médica forense, Virginia Creimer, quien denunció al juez Juan José de Oliveira por abuso sexual y lesiones.

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En lugar de abordar el caso debidamente, lo hizo a través de la revictimización y la reproducción de violencia mediática y simbólica. Lo destacable fue la respuesta de las personas entrevistadas. Creimer tuvo que defenderse ante las insinuaciones de la periodista y debió hacerle notar la violencia que estaba ejerciendo sobre ella.

Otro caso fueron los dichos de Walter Queijeiro sobre Florencia de la V, en los que la violentaba por su identidad de género. El periodista deportivo, quien también aclaró su renuencia hacia la enseñanza de la ESI, una vez más demostró su adscripción a un biologicismo que rechaza los derechos de las personas LGBTTTIQ+, como la Ley de Identidad de Género. Queijeiro mostró su ensañamiento de larga data contra la reconocida artista y conductora de televisión afirmando que si bien reconocía la existencia de una ley que afirmaba que ella era una mujer, él entendía que biológicamente era un hombre. No sólo son comentarios violentos sino que desinforman y, por el rol de comunicador que tiene Queijeiro, es peligrosamente irresponsable.

La visibilización y repudio de estos hechos de violencia provinieron principalmente de las audiencias a través de sus redes sociales y de medios de comunicación alternativos y feministas, que fueron replicados por varios medios masivos.

La publicidad noventosa que se resiste a la retirada

Si el periodismo da dos pasos adelante y uno para atrás en cuanto a una comunicación no sexista, a la industria publicitaria le falta una autopista de debates internos al respecto. Esto está más que claro en la reciente publicidad de Brahma Lima.

Aún en el 2020 seguimos viendo publicidades que parecen venir en el DeLorian desde los años ´90.

“La cerveza nos gusta a todos” es la primera frase de la publicidad, que además de falaz, refleja una violencia simbólica que la fundamenta. Lo que existen son mecanismos que nos fuerzan a encajar, de maneras sutilmente violentas, en estructuras patriarcales y de consumo. La forma más efectiva de lograrlo es usando el recurso de hacernos sentir “nenas bobas”, que necesitamos ayuda para tener amistades y para pertenecer. Esa chica, quien es empujada en ese violento ritual de iniciación a la cerveza, somos todas. Porque no es casual que la protagonista sea una mujer.

Suena mucho a frases que hemos escuchado miles de veces las mujeres: “dale, no seas amarga”, “dale, probá que te va a gustar”. Suena al peligroso discurso que legitima la cultura de la violación.

Aquí también se reproduce una estructura binaria de género que relaciona a lo femenino con los traguitos dulces y de colores, lo que no es para nada cool y por ende, es desvalorizado, denigrado, discriminado y obligado a cambiar. Por el otro lado están quienes toman bebidas amargas, como la cerveza, y que son las personas mas cool, las populares, y quien quiera ser reconocido/a, debe responder ante el mandato de tomar cerveza.

¿Por qué las publicidades no pueden respetar la diversidad de gustos y preferencias? ¿Por qué se debe someter a la violencia a quienes son distintos/as? ¿Por qué hay que forzar a encajar dentro de una estructura fundada en mandatos, roles y estereotipos que no hacen más que violentar?

Esto nos lleva a pensar en las personas implicadas en la creación y aprobación de esta pieza publicitaria y en los medios de comunicación que no antepusieron un cuestionamiento a su publicación. La reflexión apunta también hacia el interior de la industria publicitaria, en la cultura sexista que allí perdura y en quienes conforman las áreas creativas, así como en las marcas que, como clientes de las agencias de publicidad, son quienes definen el mensaje publicitario.

Gracias a la fuerte condena social, la publicidad fue bajada de las redes al poco tiempo de ser publicada y Brahma emitió un comunicado de disculpa.

Frente a esta desafortunada publicidad, otra cerveza publicó su oportuna campaña, diferenciándose radicalmente a la de su competencia. Esta es una muestra de que sí es posible otro tipo de publicidad:

Pero vamos por el camino del bien

Recordemos que existe un marco legislativo que contempla y aborda estos casos de violencia mediática y simbólica: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales. A partir de esta legislación se diseñaron políticas públicas para la erradicación de estas violencias. De esta manera, fueron creados organismos estatales como el ENACOM, el Observatorio de Violencia Mediática y Simbólica del INAM (ahora absorbido por el nuevo Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad), la Defensoría del Público, el INADI y la Oficina de Monitoreo de Publicación de Avisos de Oferta de Comercio Sexual. 

En este sentido, esperamos que la creación del Ministerio Nacional de las Mujeres, Géneros y Diversidad profundice y fortalezca todo tipo de medidas y políticas para erradicar y prevenir las violencias y desigualdades de género. Este mismo Ministerio, a poco de haber sido creado, manifestó su disconformidad ante la publicidad de Brahma Lima, aprovechando la coyuntura para remarcar la importancia, lo que constituye un mensaje esperanzador respecto a la lucha contra estas y todas las violencias de género. 

Pero este recorrido de leyes y políticas públicas no se generó en un vacío social, político y cultural, sino todo lo contrario. La poderosa marea social con gafas multicolores, no da tregua y cuestiona a través de las cada vez más potentes redes sociales los contenidos mediáticos y las piezas publicitarias machistas. 

Sin embargo, parece que los medios de comunicación, las agencias de publicidad y las marcas para las que trabajan, se resisten a estos cambios y perpetúan estas formas sutiles y naturalizadas de someter, dominar y discriminar a las mujeres y a identidades diversas y disidentes. 

Existe un gran desfase entre lo que cuentan los medios y las reivindicaciones sociales. Desfase que se hace evidente en la imposibilidad de sostener contenidos violentos en redes sociales y medios de comunicación. Pero vamos a ir cerrando esas brechas, porque ya no nos callamos más.

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